lunes, 24 de septiembre de 2007

MISIÓN PERMANENTE

Desde el cenáculo de Aparecida nos disponemos a emprender una nueva etapa de nuestro caminar pastoral declarándonos en misión permanente . Con el fuego del Espíritu vamos a inflamar de amor nuestro Continente: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre Ustedes, y serán mis testigos… hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8).

En fidelidad al mandato misionero, Jesús invita a todos a participar de su misión. ¡Que nadie se quede de brazos cruzados! Ser misionero es ser anunciador de Jesucristo con creatividad y audacia en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial, en los ambientes difíciles y olvidados y más allá de nuestras fronteras.

Como fermento en la masa Seamos misioneros del Evangelio no sólo con la palabra sino sobre todo con nuestra propia vida, entregándola en el servicio, inclusive hasta el martirio.
Jesús comenzó su misión formando una comunidad de discípulos misioneros, la Iglesia , que es el inicio del Reino.
Su comunidad también fue parte de su anuncio. Insertos en la sociedad, hagamos visible nuestro amor y solidaridad fraterna (cf. Jn 13,35) y promovamos el diálogo con los diferentes actores sociales y religiosos. En una sociedad cada vez más plural, seamos integradores de fuerzas en la construcción de un mundo más justo, reconciliado y solidario.

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